marzo 10, 2013
No soy un corredor de élite, pero me apasiona el running. No pretendo ganar medallas, pero me exijo al máximo en mis carreras. No entreno para ganar a los demás, pero sí para superarme a mí mismo. No vivo del deporte, pero el deporte me hace vivir. Creo que estas frases serían aplicables a la gran mayoría de los que estáis leyendo este libro. Somos parte de una inmensa tribu dispersa por todo el mundo que tiene como nexo común el deporte de la carrera a pie como elemento clave en su vida.
En mi caso llevo casi treinta años practicando el running como base de mi entrenamiento, y corriendo todo tipo de carreras como fórmula esencial para tener objetivos, medir mi rendimiento, divertirme, conectar con un entorno vital apasionante y conocer parajes impresionantes. Cuando uno empieza a medir su trayectoria en décadas le coge vértigo, aunque yo siempre pienso en los muchos kilómetros que me quedan todavía por rodar en montañas, pistas, desiertos y selvas de todo el mundo. Durante estas casi tres décadas he combinado las carreras de larga distancia con múltiples aventuras donde la resistencia siempre ha sido un factor común: escalar las cumbres más altas de cada continente con el Everest como punto final, cruzar la Antártida desde la costa hasta el Polo Sur sin asistencia, participar en 8 ediciones del Rally Dakar, correr diferentes ultramaratones autosuficientes en el desierto o en la selva…, y multitud de travesías, escaladas y retos de distinta índole, en los que siempre he agradecido haber entrenado corriendo durante mis periodos intermedios entre proyecto y proyecto.
Con tanta caña en mi cuerpo, puedo afirmar que si bien es cierto el tópico que dice que la fuerza mental es clave para superar situaciones muy exigentes, no es menos cierto que para ello hay que haber hecho muy bien los deberes físicos y técnicos. La mente decide en los momentos clave, pero el cuerpo tiene que estar preparado para poderla seguir. De nada servirá una gran perseverancia si nos lesionamos por culpa de una mala preparación, o nos quedamos sin energía por culpa de una mala planificación alimenticia o una pésima gestión de la nutrición durante la actividad.
Este libro me ha encantado por la claridad, profundidad y practicidad de todos los conceptos. Es una guía perfecta para planificar la dieta de manera inteligente para los que quieren disfrutar al máximo de su deporte durante mucho tiempo. Todo corredor sabe que cuanto más entrena más y mejor puede correr. Muchos entienden también que la recuperación será fundamental en su rendimiento. Pero pocos dan importancia a la dieta en su programa de running. Para que el correr nos aporte el máximo placer, el máximo rendimiento y la máxima salud, y para que nuestra trayectoria pueda ser larga y nos permita plantearnos retos intensos e interesantes, será esencial que conozcamos muy bien nuestro cuerpo y que lo cuidemos mucho; y eso es imposible de hacer sin seleccionar muy bien el combustible que le metemos tanto antes de las carreras como durante estas.
Fijaos en los corredores que más admiramos. Ellos lo tienen claro y cuidan tanto su entrenamiento como su dieta. ¿Por qué no lo deberíamos hacer nosotros igual? ¿Acaso nos importa mucho su trayectoria deportiva y muy poco la nuestra? Creo que a diferencia de los que se pasan el día moldeando el sofá de su casa, los runners somos gente activa, vital y que tenemos claro que, aunque no vayamos a ganar unas olimpiadas, cuando nos calzamos las zapatillas, nos convertimos en nuestro deportista favorito. Así pues, de nosotros depende que nuestro ídolo más próximo y más íntimo entrene y planifique la práctica de su deporte con la máxima calidad posible.
Felicidades a las autoras por escribir un libro tan útil e interesante para los runners; y a los lectores os deseo que con él aprendáis a disfrutar todavía más de todos los kilómetros que vais a correr a partir de ahora.
ALBERT BOSCH
Aventurero & Runner
www.albertbosch.info
Os recomendamos la lectura de su último libro “Vivir para sentirse vivo: 2.304.400 PASOS HASTA EL FIN DEL MUNDO“